Para el profesor Raúl Arellano 2012 ha sido un año para recordar. En el mes de abril fue nombrado como el primer catedrático especializado en Natación de España a lo que se suma la celebración, este verano, de la Olimpiada de Londres, donde ha conseguido excelentes resultados en el trabajo que viene desempeñando como Biomecánico de la Federación Española de Natación
Fuente: Luz Rodríguez En el despacho del catedrático de Natación Raúl Arellano apenas hay sitio para trabajar. En él se acumulan cámaras fotográficas, material deportivo y un sin fin de libros. Todo está a la espera de poder ser trasladado al laboratorio que formará parte de la nueva piscina de última generación que se está construyendo en las instalaciones de la Facultad de Ciencias del Deportes de Granada. Las obras duran ya dos años y para este curso tampoco estarán terminadas.
La piscina es el aula donde el profesor Arellano desempeña la parte principal de su trabajo como docente e investigador. En ella forma a sus alumnos en la práctica deportiva de la natación e investiga cómo mejorar el rendimiento de los nadadores de alta competición. El cierre de la piscina universitaria de Fuentenueva es un nuevo inconveniente para este curso. Los alumnos tendrán que recibir sus clases en las piscinas del patronato municipal distribuidas por la ciudad.
Tras un incierto comienzo de curso, el profesor Arellano se afana en organizar y ordenar la amplia y documentada información surgida de su trabajo como Biomecánico del equipo español de natación en la Olimpiada de Londres. Un trabajo que este año ha sido especialmente gratificante por las dos medallas conseguidas por la nadadora española Mireia Belmonte.
Observar, analizar e informar
Como biomecánico de la selección, el trabajo de Raúl Arellano consiste en estudiar cómo mejorar el rendimiento de los nadadores. Lo hace analizando de forma pormenorizada cada uno de sus movimientos. Las nuevas tecnologías permiten captar, fotograma a fotograma, segundo a segundo, el movimiento del nadador y se registran los tiempos de salida, nado, virajes y llegada.
Por primera vez en unos juegos olímpicos, -Raúl ha estado en todos desde Barcelona 92- los biomecánicos de las selecciones han podido contar con un espacio en la grada para poder desempeñar su trabajo, lo que ha permitido grabar la actuación de los deportistas. Analizando las grabaciones durante la competición, el biomecánico se fija en cada detalle del nadador o nadadora: “levanta la cabeza antes de tocar, eso le frena”. Con la cámara de vídeo pueden tomar los tiempos intermedios que completan los tiempos oficiales de la competición. “Nuestros parámetros de estudio son velocidad promedio, frecuencia de ciclo, es decir con qué frecuencia mueve los brazos, lo que avanza en cada brazada de promedio que indica el grado de fatiga del nadador porque tienes menos fuerza para impulsar por lo tanto avanzas más lentamente y el número de brazada que da por largo. También registramos la velocidad de viraje, lo que tarda en acercarse y separarse”, explica Arellano.
Tras la prueba se entrega al nadador y a su entrenador una tabla de promedios para que le sirva de orientación. Ellos son los que deciden qué hacer con esa información y si la utilizan para cambiar de estrategia. Así ocurrió en el caso de la final de los 200 Mariposa en la que la nadadora española, Mireia Belmonte, consiguió la Medalla de Plata.
Arellano tenía datos pormenorizados de la actuación de la catalana en sus pruebas anteriores y datos de sus competidoras más fuertes, segundo a segundo, largo a largo. Dónde estaban sus puntos flacos y dónde los fuertes. Arellano lo tenía claro, “si quieres ganar una medalla, tienes que arriesgar. Tienes que salir con una estrategia que no esperan los demás”. En sus primeras actuaciones en los Juegos, la estrategia de Mireia había sido salir despacio para luego ir aumentando la velocidad y recuperar. Pero en la final, sorprendió a todos. Salió fuerte desde el principio y pudo aguantar hasta que llegó segunda, tras la china Jiao Liuyang y por delante de la japonesa Natsumi Hoshi. Los datos lo decían, podía aguantar. Para Arellano fue un momento emocionante. “Sentí una gran satisfacción. Nunca había tenido la sensación de que mi trabajo sirviera para algo”. Y tanto que sirvió.
Así quedo reflejado en la retransmisión de TVE de la prueba. Mireia sorprendió a todos, a comentaristas, aficionados, espectadores...(Si quieres ver esta histórica final, pincha aquí)
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Cualquier momento durante la competición cuenta. La salida, la brazada, la potencia muscular o los virajes, estos últimos trascendentales para conseguir mejorar las marcas, como explica Arellano, “uno de los aspectos en los que más ha mejorado Mireia en el último año es el viraje y es una de las razones por la que ha conseguido la medalla. En los virajes era capaz de conseguir ventajas sobre las demás porque era la que más lejos llegaba debajo del agua”.
A pesar de la buena actuación de Mireia, para Arellano la cita olímpica “no ha sido lo esperado. Ha habido muchas cosas que se han trabajado que luego no han funcionado. Falta ambición. En el equipo no se han dado cuenta de que, en algunas pruebas, estaban preparados para poder haber pasado a la final”.
Conseguir una medalla no es un objetivo fácil y son muchos los agentes que intervienen. Está la ambición y cualidades del deportista, la técnica del entrenador, la información aportada por los científicos y sobre todo, el apoyo económico de los gobiernos y su apuesta por el deporte.
No corren buenos tiempos para la salud, la cultura, la educación y como no, tampoco para el deporte. No sólo se contemplan recortes para la promoción del deporte base sino también para los proyectos de investigación que los científicos llevan a cabo en este campo. Si la ciencia pierde, perdemos todos.